Cuando se casa una de tus mejores amigas un hormigueo especial te recorre todo el cuerpo, no lo entiendes y te repites una y otra vez ¡pero si no soy yo la que se casa!. Pero los nervios no entienden de razón, sólo de emociones y sensaciones…¡gracias a Dios! Recuerdo ese día no sólo con mucho cariño, sino con emoción y la intensa alegría de saber que una de las personas a las que más quiero es todo lo feliz que se puede ser en un momento como ese.